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EVANGELIO DE MATEO - ESTUDIO BÍBLICO 24 - Final

RESURRECCIÓN

VERDAD BÍBLICA: “Pues el pecado es el aguijón que termina en muerte, y la ley le da al pecado su poder. ¡Pero gracias a Dios! Él nos da la victoria sobre el pecado y la muerte por medio de nuestro Señor Jesucristo”.1 Co 15:55-57

La Biblia refiere que, en contadas ocasiones, un profeta, un apóstol o el propio Jesús resucitaron personas: hijos de viudas, hija de Jairo, la joven Dorcas o Eutico que cayó de una ventana en Troas. Jesús resucitó a Lázaro quien llevaba 4 días fallecido y ciertos santos salieron de sus sepulcros al momento de la muerte de Jesús (ver Mt 27:52). Debemos advertir que todos ellos, sin excepción, volvieron a la tumba. Será Jesús la primera persona que resucitó para nunca más experimentar la muerte.

DOMINGO DE RESURRECCIÓN Mateo 27:62-66 y 28:1-15
Jesús había profetizado acerca de su muerte, pero también acerca de su resurrección. Dijimos que Judas le había oído decirlo, pero ignoró la posibilidad y tomó una decisión basada en su incredulidad. Por este pasaje sabemos que el Sanedrín tenía conocimiento de esta advertencia; Jesús había enseñado que la señal de Jonás se vería en él mismo y ellos no subestimaron esa frase.

La tumba custodiada
Cuando José de Arimatea llevó el cuerpo al jardín para colocarlo en una tumba nueva (sin otros cuerpos que yacieran en ella), el concilio solicitó una “guardia especial” para cuidarla con el sello romano colocado delante de la piedra que tapaba la entrada. Los historiadores nos explican que estaba guardia estaba conformada por un comando profesional de soldados que tenía instrucciones muy definidas: cuidar que nadie moviera esa piedra y robase el cuerpo de Jesús, a tal punto que el fracaso de su misión lo pagaban con sus propias vidas.

Crónica de una resurrección anunciada
El anuncio de la resurrección fue muy especial, la presencia del ángel y un temblor de tierra al rodar la piedra del sepulcro causó terror en la guardia romana que quedó paralizada. Curioso es que ante su fracaso este grupo se presentó delante de los sacerdotes para dar su informe, ya que, si contaban lo sucedido a Pilato, éste podría haberles castigado por cobardes.
Siendo informado el concilio de semejante portento, persistió en encubrir el hecho. A cambio de dinero, los soldados ocultaron los eventos, arriesgándose ante su jefe romano.
Los fariseos tomaron otro curso de acción desde aquel domingo de pascua, decidieron perseguir y matar a los discípulos de Jesús utilizando a sus propios verdugos y evitando hacer partícipe a la autoridad romana, entre ellos se contaba un tal Saulo de Tarso.
Todos los evangelistas nos recuerdan que los ángeles fueron testigos del ministerio de Jesús: en su nacimiento (Mt 1:20, Lc 1:26; 2:10), al inicio de su ministerio en el desierto luego de vencer la tentación (Mt 4:11), en el huerto de Getsemaní al iniciar su pasión (Lc 22:43) y ahora en ocasión de su resurrección. Estos seres que obraron como mensajeros de Dios a los hombres en tantas oportunidades, deberán dar en ese domingo el más importante de los mensajes: ¡Cristo ha resucitado!
A diferencia de esos rudos soldados acobardados por la presencia angélica, dos mujeres valientes están en el mismo escenario: María Magdalena y María hermana de Lázaro. Ambas discípulas habían permanecido cerca de la cruz y ese domingo se atrevieron a visitar el huerto para concluir con los procedimientos mortuorios interrumpidos por la hora del entierro. También son sorprendidas por los eventos sobrenaturales, pero superando el miedo reciben con alegría la buena noticia de parte del ángel: Jesús ha resucitado y se reunirá con los suyos en Galilea.

Vengan y vean
Son estas mujeres las primeras en ingresar a esa tumba vacía para ver los velos de la mortaja vacíos, Dios quiso que fueran testigos privilegiadas del evento más trascendente de la historia humana: Jesús había vencido la muerte y en su triunfo todos los creyentes tendrán asegurada también su resurrección (Jn 14:19, 1 Co 15:20-21).
Suponemos que los perfumes habrán servido para que ellas mismas no se desmayaran de emoción y salieran corriendo a dar la noticia al resto de los discípulos galileos que se encontraban atemorizados y escondidos en algún lugar de Jerusalén. Pero Jesús tiene preparado otro privilegio: serán ellas las primeras en verlo ya en su cuerpo glorificado, se postrarán ante sus pies y le rendirán adoración, ya no sólo como su maestro sino como su Dios y Salvador.
A pesar de que Jesús recibe la adoración como el Hijo de Dios, al referirse a sus discípulos los llama “mis hermanos” porque en su obra ha permitido que todos los salvados sean adoptados como “hijos de Dios” (Jn 1:12-13; Ef 1:5; He 2:11)

LA GRAN COMISIÓN Mateo 28:16-20
Desde su resurrección, Cristo ha iniciado una nueva edad, un nuevo período en el que ofrece gratuitamente su oferta al mundo: su evangelio consiste en declarar que toda persona que comprenda su condición espiritual, que crea por fe que la muerte de Jesús es la justicia de Dios para perdonar sus pecados y que decida voluntariamente entregarse a Él, no sólo cambiará su destino eterno, sino que se transformará en un instrumento para extender la invitación a toda persona.

La misión
La misión eficaz de la iglesia requiere del cumplimiento de ciertas condiciones: creer que Dios es manifestado en tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo y aprender los mandamientos de la Ley para tener presente el carácter de Dios y reconocer el pecado y su efecto en la vida humana. Enseñar a obedecer la ley de Cristo, no como requisito de salvación o para evitar perderla, sino por amor a Quién ha dado la solución al problema del pecado entregándose en sacrificio y para dar testimonio de nuestra fe hacia creyentes e incrédulos (Gá 6:1-2; 1 Pe 3:15).

El discipulado
Se es un discípulo cuando se aprende a vivir bajo el dominio del Espíritu Santo como lo hizo Jesús durante toda su vida terrenal. Sabemos que estamos unidos a Jesús gracias a la presencia permanente en nuestra vida de su Espíritu Santo quien nos confirma esta convicción (Ro 8:16). Mientras dure el período entre las dos venidas de Jesucristo, su iglesia, el cuerpo espiritual y universal de personas salvas en la fe, debe dar testimonio de su muerte y resurrección tal como lo hicieron las primeras mujeres e invitar a todos los que estén dispuestos a oír el mensaje a creer en Jesús como Dios y Salvador.
A través de estos dos siglos de historia, Dios ha estado llamando a muchas personas, sin distinción de sexo, raza o cultura, para formar el conjunto de redimidos por la sangre de Jesús (Ap.5:9).

La esperanza
Aunque muchos seamos inconstantes en la obra de perfeccionamiento que Dios realiza por medio de su Espíritu Santo, estamos llamados a colaborar activamente en esa perfección (Fil 2:12-13) sabiendo que un día toda su iglesia será presentada delante de Cristo como la esposa perfecta, digna y ataviada para una boda que iniciará al final de los siglos, pero que durará por toda la eternidad (Fil 1:6, Ap. 19:7-9 y 22:14 y 17).

OBJETIVOS DE LA LECCIÓN
• La Biblia da cuenta de varias resurrecciones milagrosas, pero la resurrección de Cristo es diferente en calidad ya que su cuerpo fue transformado en gloria y nunca más será corrompido ni experimentará la muerte (ver Sa 16:10 y Hch 2:30-33)
• Jesús no solamente había declarado a sus discípulos que sería entregado a muerte, sino que el tercer día resucitaría y esta declaración era conocida por el Concilio judío de Jerusalén, por ello solicitó custodiar la tumba
• La presencia del ángel y la apertura de la piedra de la tumba fueron hechos que dieron mayor fuerza al evento de la resurrección y sirvieron de testimonio a los presentes
• Fueron mujeres las primeras en ver al Señor resucitado y por ello el grupo de discípulos dudó demostrando que en aquella época la mujer no era tenida en la misma estima que el varón. Jesús demostró que el discipulado es de igual valor entre hombres y mujeres
• La gran comisión es una fórmula que describe en modo sintético la misión que Jesús les dio a sus primeros discípulos quienes iban a conformar los pilares de la iglesia constituyéndose en los apóstoles encargados de transmitir todas las enseñanzas que Jesús les había dado durante todo su ministerio

Alejandra Lovecchio de Montamat
lovecchioalejandra@gmail.com