RELIGIÓN FALSA
VERDAD BÍBLICA: “Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto…acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete.” Apocalipsis 3:1 y 3
Estando a las puertas de Jerusalén, a pocos días de celebrar la pascua, Jesús prepara su entrada tal como lo predice Zacarías 9:9. Será la última vez que ingrese humilde y mansamente a la gran capital como el Siervo de Jehová profetizado en Isaías 53. La próxima vez que entre en esa ciudad, todas las miradas del mundo le verán descender del cielo en su segunda venida y su actitud será totalmente diferente: vendrá como el Rey de Reyes y Señor de Señores (Dn 7:13-14, Zc 9:14, Mt 24:30-31, Ap 19:11-16) y nadie se extrañará ni preguntará quién es, tal como sucedió aquel domingo de ramos.
Las dos venidas en la profecía
Hemos visto que, en el Antiguo Testamento, las profecías referidas a las dos venidas del Señor se hallan frecuentemente unidas y no es posible (sin tener conocimiento del Nuevo Testamento) hacer diferencia entre ambas. Por ejemplo, leyendo Zacarías 9:9-17 podremos vislumbrar una promesa de restauración y liberación para Israel llevada a cabo directamente por el mesías. Pero en Mateo encontramos que el único versículo que se cumple literalmente es el verso 9, de manera que, si el resto es también una profecía mesiánica y literal, creemos que esos sucesos se desarrollarán en la segunda venida.
El pueblo no podía vislumbrar esa brecha y al recibir a Jesús el domingo de ramos, cree estar recibiendo al héroe que los liberará del dominio de Roma. Pero si consideramos la entrada triunfal, veremos que una figura no encaja ¿Cuál es? Un rey triunfante no entraría nunca montando un asno, un animal de carga. Algunos comentaristas creen que la aclamación venía de la multitud que había llegado en la misma caravana con Jesús desde Galilea y había visto las señales maravillosas realizadas allí y durante el camino, como restaurar la vista de ciegos y de entre ellos Bartimeo. En cambio, los habitantes de Jerusalén se turbaron porque no sabían quién era ese rabí. Jesús tiene en claro que esa semana cumplirá la profecía del Siervo Sufriente que moriría por los pecados de su pueblo.
Religión comercial Mateo 21:12-17
Si Jesús era el Ungido, debía dirigirse al templo de Jerusalén porque era el corazón nacional de Israel. En este pueblo el palacio real nunca fue el edificio central, tampoco había un parlamento o un palacio de justicia ni había un edificio dedicado a la administración económica. Cuando Jehová constituyó a Israel como nación (Ex. 19:3-6) la definió como una teocracia, una forma de gobierno directa donde Él mismo condescendió a habitar en medio de ellos en una cámara interior del Tabernáculo. Los profetas, reyes, principales sacerdotes y escribas debían ser simples canales humanos para transmitir y recordar la voluntad de Dios en la vida diaria de Israel tal como estaba establecida en la ley.
Al ingresar al patio de los gentiles que rodeaba las construcciones del Templo, Jesús demuestra con su indignación cómo los líderes habían desvirtuado totalmente la voluntad de Dios. En lugar de acercar el conocimiento y el temor de Dios al pueblo, lo habían alejado y se habían posicionado como los únicos interlocutores válidos, según ellos mismos declaraban. Además, los cambistas pertenecían al “bazar de los hijos de Anás” un grupo de mercaderes que hacían fortunas durante las fiestas que atraían a miles de peregrinos que deseaban presentar sus sacrificios en el templo del Señor.
Cuando tuvieron delante de sí al Señor de la Gloria, le rechazaron, envidiaron y recelaron de su autoridad. Así es que Jesús, luego de desarmar las mesas y denunciar su comercio vil en nombre de la religión, se dedicó a sanar a los enfermos y humildes que no podían pasar de aquel patio, ni tenían modo de presentar ninguna ofrenda.
Cuando éstos le alabaron como el Hijo de David, la clase dirigente tomó conciencia de cuánto ansiaba el pueblo un líder que los condujera hacia la bendición que Dios prometió a través de su mesías. Jesús, una vez más, reconoció que los débiles y absolutamente dependientes del cuidado y protección de Dios (como los niños lactantes de sus madres) son los verdaderos adoradores cuya fe es una alabanza preciosa y perfecta para Dios.
La higuera maldecida Mateo 21:18-22
Sólo dos veces en su ministerio el Señor permitió destrucción (y no sobre personas): con el hato de cerdos que se desbarrancó por causa de los demonios y con este árbol.
En este episodio hay dos enseñanzas:
1. La higuera es un símbolo de la religión vacía en que se había transformado Israel, si alguien tenía sed de Dios verdadero, no le hallaría entre sus maestros
2. Los discípulos no reconocían quién era Jesús realmente, pues no les hubiera sorprendido que Dios secara un árbol de inmediato, por ello Jesús declara su falta de fe
Instituciones vacías Mateo 21:23-27
Cuando una institución pierde autenticidad ante el pueblo, desarrolla un sistema burocrático que lejos de transparentar el nombramiento de una autoridad, la hace más sospechosa aún. El sanedrín era un ejemplo de esto. Ni Juan ni Jesús fueron promovidos por esta corporación y su autoridad era reconocida por el pueblo en forma directa. Jesús entonces refiere dos parábolas que declaran en forma contundente cómo ve Dios a la falsa religión de Israel y qué sucederá con la autoridad establecida cuando Él instale su reino
Sin arrepentimiento Mateo 21:28-45
La Biblia no hace diferencia entre personas, todos pecamos y por ello estamos destituidos de la gloria de Dios (Ro 3:23). Ciertamente existe una justicia humana que en muchas ocasiones cumple su cometido en las sociedades, pero enseña la Biblia que sobre todo ser humano pende un castigo eterno y por ello es necesario ponernos a cuentas con Dios. Es preciso reconocer nuestra condición primero para poder confiar en la solución que Dios ha determinado en su misericordia y bondad. De ese reconocimiento y de la necesidad de arrepentimiento hablan las dos parábolas de Jesús.
En la primera los abiertamente rebeldes a la ley de Dios, como publicanos y prostitutas, llegaron a reconocer por el mensaje de Juan que si querían tener parte en el reino debían arrepentirse de sus malas obras. Muchos así lo hicieron, abandonando su estilo de vida. Estos representan al hijo rebelde que desobedece a su padre, pero luego arrepentido fue a trabajar en su viña. Los fariseos y escribas que conformaban la autoridad constituida eran como aquel hijo que proclama la obediencia, pero nunca hace lo que su Padre le reclama. La diferencia entre ambos hijos es el arrepentimiento del primero y la indiferencia del segundo.
En la segunda parábola Jesús describe cómo Dios preparó a su pueblo para ser testigo de su gloria y liberación del pecado; pero este pueblo endureció su corazón al punto de destruir a los líderes y profetas enviados por el Señor para advertencia de su juicio justo. Ahora había llegado el momento de enviar a su propio Hijo y la autoridad constituida haría escarnio y le mataría no reconociendo su autoridad. La entrada triunfal de Jesús fue aclamada con un Salmo: 118:25-26, entonces Jesús aludiendo al mismo Salmo 118 les advierte que los versículos 22 y 23 son proféticos.
Ese día Jesús pronunció el más triste de los anuncios a Israel: el reino de Dios sería quitado de ellos y dado a gente que produjera frutos. Como la higuera fue maldecida y se secó, Israel perdió la oportunidad de recibir la bendición y gloria de su mesías quién, como una piedra demoledora, cayó sobre esa religión establecida vacía de sensibilidad y fe.
Conclusión
Cuando nos acercamos a la Biblia con sinceridad y humildad, ella nos guiará siempre a la verdad de Dios y al arrepentimiento. Debemos cuidar de no permanecer en la dureza de nuestro corazón haciendo de nuestra profesión de fe una coraza mental como les sucedió a los religiosos en la era de Jesús.
En estos días, en la iglesia evangélica también hay labradores malvados, hombres endurecidos y ególatras que no están al servicio de Cristo, tan sólo desean el poder y el dinero que la religión les da, la Biblia advierte cómo debemos estar inmunizados contra ese mal: 1ª Timoteo 6:3-5, 9, 11-16
OBJETIVOS DE LA LECCIÓN:
• Jesús ingresó como el Mesías a Jerusalén, pero lo hizo con el propósito de cumplir su obra de Siervo. Recibió la aclamación, pero siempre tuvo presente qué sucedería en los próximos días
• La esperanza mesiánica por aquellos días se había tornado en un suceso político y en una idea de liberación nacional del yugo romano
• El celo de Jesús por el Templo lo acreditó como el Mesías prometido ya que utilizó una frase del profeta Isaías 56:7. El rey David hizo un especial énfasis en la idea de una casa de oración dedicada a Jehová y donde todo creyente pudiera deleitarse (Sa 27:4, 1 Cr 16:1-37).
• La higuera sin fruto representaba la vacía religión hebrea en época de Jesús. La maldición que se manifestó en la muerte de la planta preanunciaba la pérdida de autoridad de Israel en cuando al anuncio de salvación de parte de Jehová a todas las demás naciones
• Es preferible tratar con un rebelde manifiesto a la verdad de Dios que con un profesante falso que no comprende ni experimenta la necesidad del genuino arrepentimiento