EL INICIO DE UNA AVALANCHA
Es una verdad bíblica que aún un escogido contiene su naturaleza frágil, caída y proclive a pecar (Ro 7).
En esta clase consideraremos la caída moral de un escogido de Israel. En nuestro servicio dominical se
nos recordó una frase de película que puede aplicarse al rey David: “un gran poder supone una gran
responsabilidad”.
Aunque en esta historia al menos dos personas están implicadas, una de ellas es la gran responsable y la
Biblia decide, por medio del libro de Samuel, contar los pormenores que detallan las acciones más
escandalosas en la vida del gran rey de Israel.
¿Puede un santo pecar? Si, pero ¿Qué sucede en el corazón de un creyente para que su pecado sea tan
grave y de consecuencias no sólo personales sino también sociales? Leamos la historia 2 Samuel 11:1-27
Cuando el apóstol Pablo escribió a los corintios, les explicó que la Palabra contiene la historia del pueblo
de Israel con sus virtudes y vilezas con el propósito de enseñarnos a todos los creyentes a conocer y
evitar los errores que los llevaron a sufrir consecuencias espirituales y a todo nivel. El apóstol advierte a
los que se crean fuertes a tener en cuenta que cualquiera puede caer. David se encontraba en un nivel
de exposición máximo, por lo tanto, su caída tuvo repercusiones a todo nivel.
¿Qué descuidos tuvo David? Quizá sea importante considerar las causas primeras de aquella avalancha
que destrozó moralmente al rey pastor dejando secuelas de por vida a toda su familia y reino.
SE LE SUBIÓ LA FAMA A LA CABEZA
Cuenta la Biblia en 2 Samuel 8 al 10 cómo David extendió las fronteras israelitas sobre Palestina y cómo
venció a un ejército de tropas enemigas que se habían aliado contra las propias. El rey de Siria y los
amonitas sufrieron una tremenda derrota, incluso en terreno que no le era propicio a Israel. Cuenta 1 Cr
20 que al tomar posesión de Rabá, David adquirió una corona que pesaba 33 k en oro y otros metales
preciosos. Entonces, cuando le tocó volver a la campaña (David era rey guerrero), decidió que sus
generales podrían conquistar nuevos territorios sin su presencia. oo se nos dice que sus consejeros le
impidieron ir a la guerra (algo que sí harán cuando David ya grande no tuviera la destreza suficiente).
Quizá el pecado de soberbia asomó en la mente del pastor rey que desde muy jovencito supo que, si
Israel obtenía victoria sobre sus enemigos, era solamente por el poder del Señor de los ejércitos.
¡Qué lejos estamos de escuchar al autor del Salmo 19:12-14!
SUBESTIMÓ LA SANTIDAD DEL MATRIMONIO
Antes de este episodio en la vida íntima de David, la Biblia nos cuenta que tuvo varias esposas. De
algunas tenemos más información.
La primera fue Mical, hija de Saúl, quien se enamoró de David y fue dada en matrimonio luego que
David demostrara su valentía matando a más filisteos que los requeridos. Mical lo libró del intento de
asesinato perpetrado por Saúl, por ello fue dada en matrimonio a otro hombre luego que David debiera
huir de la presencia del rey…años después, cuando accedió al trono, David hizo traer por la fuerza a
Mical quién lo despreció delante de todas sus mujeres y con quién nunca tuvo hijos.
Luego tenemos a Abigail, esposa de Nabal del Carmel; mujer que se presentó a calmar los ánimos
alterados de David y que, luego de quedar viuda, fue tomada por David como esposa.
2 Samuel 3 relata el nombre de todos los hijos que le nacieron a David en Hebrón, junto con sus madres,
esposas del rey.
Una vez más, notamos la distancia entre los valores absolutos de Dios entregados al pueblo a través de
los 10 mandamientos y la decadencia moral del pueblo escogido que violentó los mandamientos no sólo
referidos a la relación personal con Dios, sino a la relación entre personas. La santidad matrimonial está
implícita en el 5, 6, y 10 mandamientos.
David no sólo cometió adulterio, sino que perdió toda autoridad sobre sus hijos a partir de entonces.
Con el ejemplo de Amnón, Absalón y Tamar, quienes demostraron la misma subestimación por la
santidad sexual que su padre, recordamos la expresión del Señor “Yo visito la maldad de los padres en
los hijos y en los hijos de ellos”.
DESOYÓ LOS CONSEJOS BÍBLICOS ACERCA DEL CUIDADO DEL CORAZÓN ESPIRITUAL
¿Con qué limpiará el joven su camino? Recordando tus mandamientos. Dijo Jesús que lo que nos
contamina no es lo que comemos físicamente, sino aquello que controla nuestra mente conforme a los
pensamientos con que vayamos alimentándola. El corazón en la Biblia es el centro de nuestros afectos,
pasiones y voluntad. Y hay una enseñanza bíblica que nos recuerda que Dios implantó un corazón
sensible a su voz que compite diariamente con el corazón humano que es engañoso y traicionero. La
lucha es entre la carne y el Espíritu.
Algunos autores cristianos ven a David en un estado de depresión por el cual estaba obnubilado e
incapaz de responder a la voz de Dios.
Hoy en día se explican los sentimientos y emociones por el equilibrio de sustancias que transmiten
impulsos cerebrales, dando a entender que los estados de depresión, euforia, placer y displacer
responden a nuestra máquina biológica que no se puede direccionar voluntariamente. Abundan los
tratamientos farmacológicos que intentan reducir o aumentar dichos neurotransmisores y la base de
todo está en el materialismo, la filosofía que pregona que la materia precede y moldea la mente.
Pero la Biblia trata al ser humano como una persona responsable por sus actos, sus ideas y sus
pensamientos. También nos recuerda que el pecado afectó no sólo el cerebro y todos los órganos
materiales que nos componen, sino también nuestras responsabilidades sociales ya que siendo padres
estamos a cargo de la formación y educación de nuestras familias y los entornos de convivencia (que
muchas veces confrontan lo que Dios desea para la humanidad desde la creación).
David no era inocente respecto de qué tipo de pensamientos tenía en aquel tiempo de ocio y dejó que
lo dominaran sus pasiones naturales. Es probable que la siesta, el aburrimiento y la apatía espiritual
fueran caldo de cultivo para dejarse llevar por la lujuria.
¿Qué frenos no utilizó David? Para cuando adulteró con Betsabé, David ya había cruzado muchas líneas
que anunciaban el peligro por delante.
NO IMPIDIÓ QUE SUS PASIONES DOMINARAN SU MENTE
Dijo Lutero: “no podemos impedir que un pájaro revolotee sobre nuestra cabeza, pero podemos impedir
que haga su nido en ella”. Todas las personas tenemos ciertas pasiones que nos impelen a hacer y decir
aquello que a Dios no le agrada. En todo este pasaje hallamos sólo uno que dice lo que pensó Dios
acerca de los actos que cometió David “y a Dios no le agradó lo que hizo David” (2 S 11:27).
COSMOVISIÓN BÍBLICA Y SECULAR
Aquí conviene recordar que la cosmovisión bíblica se enfrenta a la cosmovisión secular ya que el mundo
pregona: “si algo te hace bien o te da placer, entonces ¡Hazlo!” La Biblia, en cambio, enseña que los
escogidos de Dios, aquellos en quienes mora el Espíritu Santo deben primero hacer aquello que le
agrade al Señor, incluso si va en contra de su propio deseo.
La percepción humana consta de dos componentes: el primero es la sensación que se recibe por medio
de los sentidos (vista, oído, tacto, olor, sabor, etc) y el segundo componente es el pensamiento o
emoción que se liga a dicho estímulo. Cuando Jesús dijo que, si tu ojo era motivo de caer, deberías
sacártelo… estaba usando una hipérbole, con ello nos advirtió de coquetear con pensamientos naturales
y desecharlos con la ayuda del Espíritu Santo (Fil 2:12-13). David no sólo miró a una mujer bañándose
semidesnuda, sino que se dejó llevar por los pensamientos asociados a su propia lujuria. Dice Santiago
que la tentación a pecar no viene de Dios sino de nuestras propias pasiones que aprovechan el estímulo
para fomentar placer sensual (Stg 1:13-15).
Eva también inició su caída cuando percibió visualmente, pero fue su acto de incredulidad, el decidir no
creer lo que Dios declaró qué pasaría luego de la desobediencia (“ciertamente morirán”). Igualmente,
cada uno de nosotros debe tener en claro cuáles son las pasiones más arraigadas en el corazón para no
caer fácilmente presas de su dominio. Si tienes debilidad por la sensualidad de otros cuerpos, no salgas
a la azotea a mirar mujeres bañándose, ni conectes el Internet para ver pornografía, ni te juntes con
aquellos que promueven la vida de lujuria.
NO DEJÓ QUE LA PALABRA DE DIOS (QUE CONOCÍA) GOBERNARA SUS DECISIONES
Sabemos que David conocía desde muy joven la Palabra del Señor. Muchos de sus salmos fueron
compuestos cuando era aún adolescente. El Salmo 19 es un ejemplo de cómo reconocía David la
magnificencia y poder de Dios, tanto en la creación del universo como en la revelación de su Palabra. En
este salmo, él mismo le pide al Señor que le hiciera consciente de los pecados que habitaban su mente y
le provocarían a pecar contra Su voluntad (Sa 19:11-13). Quizá por causa de una depresión, o por sus
muchas responsabilidades, o por verse envejecer, o por motivos que no son expresados en la Biblia,
David olvidó confrontar su corazón con la Palabra de Dios que, como un espejo, demuestra nuestra
debilidad interior (Stg 1:22-25).
Si eres conocedor de la Palabra, debes recordar diariamente cuáles acciones y pensamientos que anidan
en tu mente, son desagradables para Dios. Y si además como el rey David, estás en una posición de
privilegio, debes recordar que el Señor mira tu corazón antes que tu obra y prefiere la oración sincera al
sacrificio profano (Pr 15:8, Sa 51:16-17).
NO SE ABSTUVO DE DAR MAL TESTIMONIO A SU ENTORNO
Si alguien puede dar testimonio de nuestro comportamiento, esos son aquellos que están diariamente a
nuestro alrededor: tus compañeros, tus autoridades, tus subordinados, tu pareja, tus hijos, tus vecinos.
¿Qué habrán pensado los siervos de palacio cuando David bajó de la terraza y solicitó que se hiciera
traer delante de su presencia a la esposa de uno de sus soldados? ¿No sintió vergüenza de mostrar su
lujuria delante de todos aquellos testigos? ¿Cuándo había perdido esta sensibilidad, olvidando que era
el ungido del Señor? ¿Qué pasó desde ese entonces con las respuestas de Joab a las órdenes de su rey?
Parece que Dios evitó que tomara conocimiento de todo este episodio sórdido de la vida del rey David a
la única persona completamente inocente de los hechos: Urías. Se comportó como un buen soldado,
respetando a su rey y no abusando de los permisos que éste le otorgó durante su licencia. Murió como
héroe e incluso evitó la reprimenda contra Joab que había expuesto a sus hombres más de lo que la
prudencia indicaba.
Pero Dios tiene la última palabra en esta historia y la compartiremos en la próxima lección.