UN AÑO Y CUATRO MESES
1 Samuel 27 y 29
Quizá todos los lectores de la Biblia recuerden el episodio de David con Betsabé como el momento más
débil de su vida espiritual. En realidad, la Biblia relata que antes de acceder al trono David tuvo una
experiencia muy triste. Sucedió que actuó siguiendo los dictados de su corazón humano pues, aunque
ungido y protegido por el Señor de los Ejércitos, decidió actuar según su propio estado de malestar. Hace
unas semanas escuché un sermón sobre este pasaje titulado: “El costo de un desvío espiritual” (Pastor
Luis Méndez, Ministerios Integridad y Sabiduría La IBI 2-5-2023 YouTube)
¿A dónde?
Dice el pasaje que por el lapso de un año y cuatro meses David decidió ir a vivir en medio de los filisteos
(los acérrimos enemigos de Israel), y no se contactó con cualquier líder sino con el rey de Gat, la ciudad
de Goliat. ¿Por qué tomó semejante decisión?
Hacía ocho años que David vivía como forajido huyendo de Saúl en el desierto de Judea. Luego de
enfrentar y matar a Goliat su fama en Israel corrió como reguero de pólvora, Se casó con la hija del rey y
vivió en palacio hasta que el humor de Saúl se tornó impredecible y peligroso para su vida. Viviendo
como fugitivo, había tenido más de una oportunidad de acabar con la vida del rey Saúl, pero en todas
ellas decidió esperar los tiempos del Señor. Sucedió que ya era líder de un gran clan de 600 hombres con
sus mujeres y ganados; además teniendo dos esposas e hijos y le habrá parecido que asentarse lejos del
dominio de Saúl sería más tranquilo para todos ellos.
Un corazón enmudecido
Engañoso es el corazón del hombre: ¿Quién lo conocerá? (Je 17:9). Claramente David cayó en el
autoengaño de buscar tranquilidad y paz en territorio enemigo y sin consultar siquiera con el Señor (ver
27:1). Recordemos que el Señor le había hecho la promesa de ser el sucesor (15:28-29, 16:12) y David
había respondido en confianza a tal promesa. Pero al iniciar el capítulo 27 vemos a David cavilando solo
en sus propios pensamientos, no se menciona a Dios en toda la narración excepto en los labios de Aquis
el rey filisteo. Los eruditos piensan que durante todo este período David no compuso ningún Salmo…el
cantor de Israel se mantuvo mudo. La depresión muchas veces bloquea nuestra oración y en David no
fue la excepción (He 3:12-13). Estando en ese estado, sus pensamientos siguieron un sendero
equivocado porque no estaban de acuerdo con la Palabra de Dios; la autocompasión suele ser la puerta
que usa Satanás para concentrarnos en nosotros olvidando las promesas de Dios.
Barranca abajo
El Señor había prohibido las alianzas con los pueblos vecinos para prevenir que sus influencias
deterioraran el corazón de su pueblo y lo inclinaran a la idolatría (aquí David abrió una puerta que más
adelante su hijo Salomón nunca más cerraría), ver 1 Co 15:33. La relación con Aquis se aceitó de tal
modo que David recibió la ciudad de Siclag para asentarse con sus hombres y familias; alimentarlos fue
otro desafío y David realizó incursiones en aldeas vecinas matando sin piedad a quienes pudieran
delatarlo ante el rey. En la Biblia Dios ordenó varias veces que su pueblo exterminara poblaciones como
juicio por su pecado, pero aquí David está actuando bajo su propia cuenta y cargo. ¡Qué tan bajo pudo
caer el pastor de Israel! Pero sus emociones le decían lo contrario: había escapado de la presión de Saúl,
su cabeza ya no tenía precio, se estaba haciendo con un gran botín y su popularidad seguía en alza
porque varios hombres habían desertado del ejército de Israel para pasarse a su grupo (1 Cr 12:1-22).
Cuando el pecado engaña, al principio todo parece enderezarse a nuestro favor…
En el capítulo 28 se relata que el rey de Gat saldrá a pelear contra los ejércitos de Israel, y quiere que
David lo acompañe. Es curioso que Dios obre por medio de los enemigos, porque serán los otros
comandantes filisteos los que se nieguen a tener a David entre sus tropas.
1 Samuel 30
Pero como dice la Biblia: todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Vuelto hacia Siclag para
unirse con sus familias, David y sus guerreros se encuentran con un panorama desolador. Las tropas
amalecitas habían aprovechado su ausencia y habiendo quemado todo el campamento se llevaron
bienes y personas presas, eso incluyó la familia de David.
Darse cuenta
De pronto en pocas horas la vida que parecía sonreírle se torna contra el líder israelita. Sus propios
hombres piensan apedrearlo y el desaliento y la angustia se instalan de lleno en lo más hondo de su
corazón. Y es en ese punto bajo de la vida espiritual que la Biblia nos muestra cómo actúan los escogidos
del Señor: como el hijo pródigo en medio del barro, como Pedro llorando afuera amargamente después
de negar a Jesús, como Sansón colgando ciego entre dos columnas del templo, dice la Biblia: “mas David
se fortaleció en Jehová su Dios”.
Gracia soberana e irresistible
Si me preguntas qué es más fuerte: tu voluntad o la gracia divina, no tendré reparos ni dudas: ¡la gracia
de Dios es irresistible! Dice un autor “La única razón por la que Dios permite que sus hijos se desesperen,
incluso de la vida misma, es para que aprendan a no confiar en sí mismos sino en Dios que resucita a los
muertos (2 Co 1:9) “. David intencionalmente decidió volver su rostro hacia el Señor; no un Dios lejano
sino Aquel que ya conocía personalmente y de quién se había distanciado. Y Dios perdonó de inmediato.
¿Cómo sabemos que David se arrepintió y buscó al Señor nuevamente? Porque todos los siguientes
pasos los consultó específicamente con Dios. Primero no hizo caso de su tropa, sino que quiso saber si
debía perseguir a los amalecitas para recuperar todo lo perdido, incluidas sus esposas e hijos.
Cuando el Señor le aseguró que debía actuar, lo hizo. Fue prudente cuando una parte de sus hombres le
solicitó quedarse a resguardo, fue compasivo con el esclavo egipcio que le dio la pista de la banda, fue
valiente cuando atacó al enemigo con el resto cansado que todavía le acompañaba. Fue agradecido
cuando el Señor le permitió recuperar todo y con creces, incluso compartiendo el botín con aquellos que
no participaron activamente en la lucha. David sabe que lo recuperado no era producto de su fuerza sino
voluntad de su Dios.
David comprendió a través de este episodio de su vida que Dios es el gran Dios de gracia y misericordia,
porque no lo trató como lo merecía, sino que, como lo hará con todos los creyentes, pondrá en la cuenta
de la cruz los pecados de David. Creo que cuando una persona puede llegar a comprender la bondad de
Dios, el paso siguiente siempre será el arrepentimiento (Ro 2:4).
Fue durante este episodio en la vida de David, que Dios en su soberanía tomó la vida de Saúl para dejarle
el trono a su escogido. La destrucción de Siclag llevó a David a volver a Israel e instalarse posteriormente
en Hebrón, la primera capital de su reinado.
Seguramente después de este retorno al Señor, David compuso nuevamente varios Salmos y se le
escuchó cantar nuevamente.