“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” Isaias 9:6.
La fuente de Paz
Jesús, de quien habla la profecía, no solamente es digno de admiración por todo lo que Él es, también es dador de las mejores gracias dado que su voluntad es agradable y perfecta. Y es príncipe de paz, porque así es su reino, un reino que no alcanzamos a vivir plenamente aún a causa de nuestro pecado, pero que nos espera cuando estemos eternamente en su compañía.
¿Sufres angustia por un destino incierto? ¿La pena y el dolor por las pruebas no te dan descanso? ¿El deterioro físico te limita en tus capacidades y desarrollo? ¿Sufres la agresión de aquellos que te rodean? ¿Te has quedado solo y sin afecto?
Jesús esta junto a ti y te ama, te ha amado desde siempre. Y hoy por su Palabra te dice que acudas a Él confiadamente para hallar ayuda.
“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” Hebreos 4: 16.
Deja en sus manos tu carga y alcanza esa paz que sobrepasa todo entendimiento.
Oramos:
Señor, cuan débiles somos sin ti. Solamente tu nos puedes dar las fuerzas para no perder el gozo de tu compañía y te damos gracias porque tu misericordia y amor son para siempre.
Perdona Señor nuestros pecados, ayúdanos a vivir anticipadamente en ese reino de Paz que ofreces, clamamos a ti para que el poder de tu Espíritu nos ayude a reconocerte a ti y a tu propósito en cada paso de nuestra vida.
Amén
Por Sergio Ibáñez