El día 25 de noviembre de cada año celebramos el Día de la Libertad Religiosa. Ese día, del año 1981, la Organización de las Naciones Unidas, proclamó la “Declaración sobre la eliminación de todas las formas de intolerancia y discriminación fundadas en la religión o las convicciones”
Para que la Libertad Religiosa fuese reconocida como un derecho fundamental por las Naciones Unidas, fue necesaria la lucha de muchas generaciones. Hoy honramos a las mujeres y hombres que, a costa de grandes sacrificios personales, consiguieron para nosotros el derecho de vivir libremente de acuerdo con nuestras creencias y convicciones.
Celebramos que la Constitución de la República Argentina garantice a todos sus habitantes, creyentes y no creyentes, la libertad de religión, que consiste en la libertad que todos tenemos de profesar la fe de nuestra elección y también la libertad de no profesar ninguna.
Nos preocupa, sin embargo, que cada vez con mayor frecuencia, se produzcan hechos, de distinta gravedad y naturaleza, contra la libertad religiosa. Atentados contra templos, discriminación de los creyentes, restricciones a la libertad de expresión son acciones inadmisibles en un sistema democrático y respetuoso de los derechos humanos. Pedimos a las autoridades su intervención para que estas prácticas sean completamente erradicadas.
En mayor medida aún nos preocupa que la agresión a la libertad religiosa provenga de los distintos poderes y estamentos del Estado, mediante la promulgación de leyes y normas que imponen a los creyentes deberes legales que van en contra de sus convicciones. Para poner límite a estos excesos pedimos el tratamiento y sanción de una Ley de Libertad Religiosa.
Recordamos hoy a todas las personas que alrededor del mundo sufren a causa de sus creencias. Cientos de millones de personas sufren hoy distintas clases de persecución, desde la burla y el escarnio hasta el martirio.
Pedimos por ellos, y reclamamos a los líderes mundiales y a la comunidad internacional para que se implementen medidas urgentes de protección y una acción eficaz para que este despliegue de odio y violencia termine de inmediato.
Celebrar la Libertad Religiosa es mucho más que recordarla cada 25 de noviembre. Ejercer este derecho en toda su plenitud es la mejor celebración y al mismo tiempo es nuestra manera de contribuir a su perduración, para que las próximas generaciones también puedan, como nosotros hoy, vivir de acuerdo a sus convicciones y creencias.