Se dice que nos interrumpen cada tres minutos. Es muy difícil ignorar las voces de los demás y la llamada de las redes sociales que constantemente no paran de reclamar nuestra atención. Conozco a personas que están con el dispositivo en la manos siempre e incluso en una conversación importante están pendientes de los mensajes que entran. Me parece una falta de respeto hacia la persona con la que se está conversando. Es obvio que cada uno tenemos diferentes niveles de prestar atención y de estar en silencio centrándonos en quien tenemos delante.
Durante cuarenta y cinco años escribí guiones y grabé programas de radio tanto para nuestro país como para Radio Transmundial (desde Montecarlo) y eran retransmitidos hacia todo el mundo hispano parlante. Al entrar en el estudio de grabación , tenía una técnica que había aprendido y era estar en silencio y dejar que mis oídos se relajasen y se adaptaran a aquella caja grande que había diseñado el gran ingeniero Rupert Neve donde la acústica era perfecta , sin ningún ruido y era en ese momento cuando mis oídos y mente se recalibraban a través de un silencio absoluto que podía escuchar el sonido de mi propio respirar.
El silencio tiene un gran valor, es una joya para el ser humano. En momentos de enfermedad deseamos estar en silencio, en tiempos de desasosiego anhelamos el silencio, cuando pasamos una crisis la mejor medicina es el silencio. Sin embargo nos cuesta encerrarnos en “nuestro estudio” y abstraernos de tantas ideas que bombardean la mente y ruidos que molestan y nos alejan de poder recargar nuestro interior y estar en absoluto silencio. Muchos tienen que hablar para huir de su soledad y cuando nadie les escucha , se sienten excluidos de la sociedad.
El silencio nos conduce a la meditación , a una reflexión interna que es necesaria para encontrar un resplandor dorado en nuestra alma. El silencio nos hace ver nuestro yo y conduce a un nuevo saber, porque reconozco la realidad tal y como es, dejo las fantasías turbias y pongo en su lugar las palabras. Quien aprende a estar con el sonido del silencio donde escucha su propia respiración se hace sabio.
El sonido del silencio , escuchando la brisa en el campo , en la montaña o en tu propia habitación nos ayuda a conocernos mejor y a reconocer que el silencio es la diferencia entre la vista y la intuición, entre la felicidad y la alegría, entre el miedo y la fe. El silencio nos hace únicos y descubrimos algo nuevo, fresco e irrepetible. Parece una contradicción, pero el silencio es un motor sin ruido que produce satisfacción, serenidad y da perspectiva a la vida. “La palabra es plata, el silencio es oro” (Proverbio alemán)
Dios nos susurra con las palabras del Salmo 46:10 a, “ Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”, porque solamente en el silencio personal con El nos calma, aquieta, sosiega y encontramos la dirección y paz necesaria para vivir. Cuando guardamos silencio delante del Creador nos hacemos sabios y entonces nuestra mirada se dirige a lo esencial porque el camino de la quietud nos lleva al triunfo.
Jorge J. Pastor-Mut
Pastor Bautista
Denia, España