Alejandra Lovecchio de Montamat, es médica endocrinóloga y docente. Miembro de la Iglesia Evangélica Bautista de Once en Buenos Aires donde participa del ministerio de enseñanza con una clase de Escuela Bíblica Dominical. Casada con Daniel Montamat, madre de Gustavo y Giselle
El corazón en La Biblia.
Introducción:
Dice el Proverbio 23:7 que tal cual piensa el hombre en su corazón, así es él.
Cuando la Biblia se refiere al corazón no alude al órgano físico sino al centro de nuestra personalidad, aquel lugar de donde salen nuestros pensamientos, amores, odios y desde donde tomamos nuestras decisiones.
También dice la Biblia en Proverbio 4:23 que sobre toda cosa que debe cuidarse, cuidemos nuestro corazón pues de él depende nuestra vida; ciertamente de lo que decidimos en nuestro corazón obtendremos perdón, salvación y vida eterna ó juicio y eterna condenación.
Nadie puede interferir en nuestro corazón, sólo nosotros decidimos con él, pero podemos pedirle a Dios que habite en él.
Curiosa situación la del creyente que, a diferencia del transplantado cardíaco que perdió su corazón original y ganó uno nuevo, lleva en sí mismo las dos naturalezas: la humana y la divina. Dios hizo un “implante” con el sello del Espíritu y desde la regeneración ambos corazones (carnal y espiritual) luchan constantemente por dominar nuestra personalidad. Santiago utiliza la figura de la lengua como un medio por el cual se expresa nuestro corazón, allí advierte que ambas naturalezas se manifiestan demostrando muchas veces falta de integridad, lea el capítulo 3:5-12.
Si no somos íntegros, la personalidad que mostramos en público puede diferir de aquella que guardamos para nosotros y que Dios conoce, pues a Él no le podemos engañar.
Jesús, cuando enseñaba, utilizaba expresiones que aludían a la parte escondida de nuestra personalidad corriendo el velo que la cubre a través de expresiones como: “Y éste pensaba para sí mismo, o pensaba en su corazón, o hablaba para sí, o se dijo a sí mismo”. Siendo Dios, sabía qué pensaba el hombre aunque no lo dijera a viva voz.
En el libro de Deuteronomio, vemos que esta frase “No digas en tu corazón” se repite una y otra vez como un refrán y una advertencia para Israel, ya que Dios nunca se engañó con los israelitas, como nunca se engañó con nosotros; porque nosotros como creyentes también guardamos cosas que creemos que los demás no ven y erramos pensando que Dios tampoco.
A continuación citaremos algunas enseñanzas que nos recuerdan cuáles son las pasiones más frecuentes de nuestra naturaleza humana que siempre confrontan la voluntad de Dios para nuestra vida.
El miedo que sale del corazón Deuteronomio 7:17-21
Israel tenía por delante la orden de Dios de seguir hacia Palestina y tomarla, aún a costa de sus poderosos habitantes.
Recuerden que los padres de estos jóvenes israelitas pecaron contra Dios al poner en tela de juicio su capacidad de invadirlos; el pecado consistió en creer que ellos mismos, por medio de estrategias y organización debían hacerlo, cuando Dios los llamaba a confiar en Su mano poderosa y actuar.
Esta actitud claramente ignoraba el especial cuidado y poder que Dios había demostrado con ellos hasta ese momento. Lamentablemente la Biblia nos habla de cómo ellos, por miedo, tomaron decisiones equivocadas y fuera de la voluntad de Dios, éstas trajeron consecuencias para el pueblo en el futuro.
La aplicación espiritual para nosotros de este pasaje no consiste en llevar adelante en nuestra vida personal empresas grandiosas sin tomar en cuenta las posibilidades de éxito, ya que la Biblia nos advierte con otros pasajes de tomar estas decisiones.
Es cuando estamos frente a una situación no buscada o fortuita mirando nuestras escasas posibilidades humanas de superarlas y sabiendo que no podríamos soportarlas, que debemos aferrarnos a las promesas del Señor, sabiendo que todas las cosas que nos suceden tienen un propósito más profundo que a veces sólo el Señor conoce.
Entonces, ligados a su fidelidad digamos: si Dios es por nosotros, ¿Quien contra nosotros?
El orgullo que sale del corazón Deuteronomio 8:10-18
Algunos creyentes pueden expresar gracias a Dios por alguna bendición, pero su pensamiento considerar que fue meritoria. Al contrario de lo que sucedió en el tópico anterior, la prosperidad enorgulleció el corazón de los israelitas, haciéndoles independientes de Dios.
La Biblia nos revela que el pecado entró en el mundo por medio del orgullo de alguien mencionado en Isaías cuando profetizó la caída del rey de Babilonia 14:12-14. El orgullo es la pasión más difícil de arrancar de nuestro corazón natural.
¡Hasta los creyentes llegamos a estar orgullosos de la humildad que creemos haber alcanzado!
Algunos creyentes llegan a pensar que Dios les alcanzó con Su salvación porque algo bueno llegó a ver en ellos. ¡Cuidado! Dios rechaza el orgullo humano, Jesús comenzó su Sermón del Monte diciendo que sólo los pobres en espíritu serán partícipes del reino.
Cuida tu corazón, porque de él mana la vida; si tu corazón es orgulloso corres el riesgo de continuar en muerte espiritual. ¿Cómo deshacemos del orgullo? Mirando, pensando y meditando en la persona y la obra del Señor Jesucristo, lea Filipenses 2: 3-11
La autojustificación que sale del corazón Deuteronomio 9:1-6
En la etapa histórica que estamos viendo, Israel fue instrumento del juicio de Dios contra ciertas naciones que practicaban cosas abominables como sacrificios humanos Dt.12:31, u otras prácticas Dt.18:9-14.
Dice la Biblia que Dios no toleró más estas acciones y usó a Israel para ejercer su juicio.
Así como creo que no debemos tomar estos pasajes para aplicar acciones contra los impíos desde la cristiandad, no deberíamos olvidar que Dios en Su santidad rechaza las mismas obras hoy y que detiene su juicio justo por amor a los escogidos.
Este pasaje trata de un tema más profundo que es la “justicia propia”. Cuando Israel viera el fin cruento de estos pueblos se creería mejor que ellos y consideraría que se merecía el favor y las bendiciones de Dios. ¡Cómo conoce el Señor al hombre! Nunca se engañó con Israel ni antes ni después, cuando también ejerció su juicio contra el pueblo dispersándolo por el mundo entero Dt. 9:6
Dios mostró tanto Su fidelidad, como Su misericordia y Su ira al plantar a Israel en Palestina. ¿Es la autosuficiencia una actitud de los israelitas solamente? ¿Cuándo fue la última vez que pensaste que eres mejor que algún hermano tuyo? Jesús destapó una vez el corazón de un religioso y ¿sabes lo que dijo? Lee Lucas 18:11-12
El egoísmo que sale del corazón Deuteronomio 15:7-14
La pobreza existió y existirá siempre en el mundo mientras el pecado (en cualquiera de sus formas) reine en nuestros corazones, la esclavitud como causa de la pobreza también. Quizá las leyes humanas han avanzado en las legislaciones formales, pero persiste de una forma solapada en la mayoría de las sociedades.
En la época de Israel, la esclavitud era una forma de vida legalizada, pero Dios quería que Israel se manejara en este tema de una forma distinta a todas las otras naciones. Existía para ellos el año sabático y el año del jubileo (vea Levítico 25).
Conociendo el corazón humano, Dios previno a los israelitas de sacar ventaja o dejar de ser misericordiosos con el hermano débil. Se podían pagar deudas con servidumbre, pero al 7º año éstas caducaban; así que tomar un esclavo un año antes del sabático para perdonarlo en el siguiente no era negocio.
¿Cuál es el ejemplo de Dios en esta enseñanza? Su propia generosidad, Su gracia infinita, todos somos esclavos del pecado y a todos Él nos ama y nos libera si le pedimos perdón. En el Nuevo Testamento leemos una parábola que detalla la generosidad de Dios al salvar a los hombres; es conocida como la parábola de la viña. Mateo 20:1-16
La insolencia que sale del corazón Deuteronomio 29:18-20
Cuando Moisés termina de recordar todos los estatutos de Dios y solicita que Israel los tenga en cuenta, finaliza su discurso con una bendición a aquellos que temieran a Dios y una maldición para aquellos que subestimaran el juicio de Dios.
En Israel muchos creyeron que podían pecar a sabiendas sin ser juzgados, algunos pensaban que Dios sería insensible al pecado. Cuando los israelitas sufrieron el juicio, muchos se arrepintieron de sus pecados contra Jehová pero otros no.
Conclusión
El Señor Jesús enseñó que la peor enfermedad del hombre no viene desde el exterior, sino que surge muy dentro del ser humano; hablando a sus discípulos recordó que el corazón es la fuente principal de pensamientos y pasiones que dañan la vida interior, así como un germen se introduce a la célula y desvía sus funciones para obtener de ella la energía y la capacidad para multiplicarse y seguir invadiendo otros tejidos. Mateo 15:18-20 y Marcos 7:18-23
Hoy el mundo está necesitando más voces que prediquen acerca del pecado que nace del corazón, más voces que pregonen qué es el pecado y sus consecuencias eternas, más iglesias que recuerden a los creyentes que cada día debemos arrepentirnos, cuando hay comunidades enteras que evitan hablar de sus pecados y actúan como si no tuvieran que arrepentirse ante el Señor.
Como Israel en su dispensación, nosotros estamos llamados a advertir a nuestros hijos, familia, vecinos, hermanos en la fe y también a los incrédulos qué es el pecado y cómo Dios lo trata.
También debemos predicar el medio que Dios puso a disposición del hombre para alcanzar perdón.
La verdadera paz que el hombre puede alcanzar es obtenida gratuitamente por medio de Jesús, nuestro Salvador y Señor.