Jacob intuye que sus días están llegando a su fin. Por primera vez en su historia vemos a un hombre agradecido, humilde y manifestando una profunda fe en las promesas del pacto.
¿Qué pudo generar en este luchador un cambio de perspectiva tan impactante? ¿Cuál fue el secreto de su serenidad ante la muerte? ¿Cómo dio testimonio de su fe a la familia que quedaba en Egipto?
¿Qué grandes doctrinas bíblicas hicieron arraigo en el corazón y la mente de Jacob?
Una lección que pone en perspectiva nuestra vida con sus luchas, sufrimientos y desilusiones. Además, nos recuerda que Dios elige y dirige los caminos de todos sus escogidos con un propósito eterno.
UNA ADECUADA PERSPECTIVA DE LA VIDA
Jacob está intuyendo el final de sus días. Cuando apenas llegó a Egipto (17 años antes) había descripto su vida en términos negativos (Gn 47:9). Sin embargo, ahora ante la inminencia de su muerte, el testimonio es de una fe profunda y de gozosa gratitud por la fidelidad de Dios a través de toda su vida (Gn 48:15-16).
Lo que haremos a través de este estudio es descubrir las razones de su cambio de perspectiva y aprender de ellas para aprender a tener siempre una correcta perspectiva de nuestra propia vida.
Los últimos pronunciamientos de Jacob 47:28-48:7
Los primero que desea Jacob es dar a su hijo un testimonio de fe. Apela a algo que recién se cumpliría cuatro siglos después. Israel saldría de Egipto para morar nuevamente en tierra de Canaán y entonces le solicita que sus restos fueran trasladados hasta el sepulcro de Macpela en Hebrón.
Lo segundo que decide es la adopción de sus dos nietos (Efraín y Manasés) con el propósito de duplicar la herencia de José. En este caso, recurre a sus recuerdos más significativos; el primero es la aparición de Dios en Betel en dos ocasiones cuando se le prometió protección y guía. Allí el Señor le reiteró que sería padre de una gran nación y que iba a poseer Canaán; en consecuencia, los dos hijos de José nacidos en Egipto se incluirían dentro de su prole y recibirían las bendiciones del pacto tal como los otros 11 hijos.
Esta era una forma de traspasar los derechos de primogenitura a José. Sabemos que Rubén perdió esos derechos por haber tenido relaciones con Bilha (35:22) y que Simeón y Leví (los naturales sucesores) también fueron apartados por su responsabilidad en la masacre de los siquemitas (34:25 y siguientes).
Aunque Judá fue elegido por Dios como el progenitor de la simiente prometida, el derecho de primogenitura lo recibió José (1ª Cr 5:1-2).
El segundo recuerdo y gran motivo para bendecir a José fue el hecho de ser el primogénito de su esposa por elección (ya que Lea y las concubinas no fueron elegidas voluntariamente por Jacob).
Creo que no deberíamos olvidar la fidelidad de José al Dios de sus padres aún, cuando fue trasladado a tierra extranjera desde muy joven. Sus hijos deben haber sido influenciados por él, ya que no muestran desagrado o reparo al ser incorporados a una familia extraña y se les promete herencia en una tierra desconocida cuando en Egipto tenían una posición y un futuro envidiables.
La bendición sobre Efraín y Manasés 48:8-22
Como sucedió en la vejez de Isaac, Jacob ya casi no tenía vista. Debe haber conocido previamente a los hijos de José quienes ahora tendrán algo más de 20 años, pero seguramente ambos habrían cambiado en los 17 años de estancia de Jacob en Egipto. La primera gran bendición que reconoce Jacob es que habiendo creído muerto a José, ahora tenía la posibilidad de abrazar y bendecir a sus nietos.
Algo muy curioso ocurre entonces: su padre los dispone uno a la derecha y otro a la izquierda de Jacob (el abuelo) con el propósito de que pusiera su mano derecha sobre la cabeza del primogénito Manasés, pero Jacob cruza sus manos y bendice como primogénito a Efraín y no lo hace por error sino adrede. Entonces pronuncia la bendición que leemos en los versos 15 y 16.
Dos enseñanzas podemos extraer de este pasaje, una es la fidelidad de Dios y la segunda es la soberanía en la elección. Veamos ambas.
La fidelidad de Dios se hace evidente en las palabras de bendición de Jacob que poseen un contraste con las palabras dichas a faraón respecto de su vida en 47:9. El Dios de él es el Dios de sus padres cuyo pacto se había sostenido durante la vida de los tres. Dios se mostró como un Dios fiel a sus promesas.
También Dios había sido el pastor de Jacob desde el inicio de su existencia hasta ese mismo día; la expresión "me ha guiado o mantenido" tiene el significado de "pastoreado", entonces Dios era el "buen pastor" de Jacob. Él no estaba negando todos sus sufrimientos, sino que estaba reconociendo que, en medio de las circunstancias adversas, ese pastor había sido su guía y su sostén; no sólo en los momentos de calma sino en el valle de sombras Jacob había descubierto en su vejez que el buen pastor había sido fiel.
Finalmente, Dios era el Ángel que lo libertó de todo mal; ese ángel seguramente era aquel con quién peleó en Peniel, posiblemente Cristo pre-encarnado.
¿A qué le llamamos mal los creyentes? Posiblemente Jacob aprendió a diferenciar problemas, tribulaciones y sufrimiento del mal. Un creyente inmaduro cree que la fe lo deberá librar de cualquier sufrimiento y tratará de evitar todo dolor porque relaciona estas circunstancias con el mal; pero sabemos que la Biblia enseña que
todas las cosas que le ocurren a un hijo de Dios son para bien (Ro 8:28), aún cuando esas cosas incluyan sufrimiento y lágrimas; el mal es todo aquello que nos aleja de los buenos propósitos de Dios e impide que seamos usados por Él.
Recién al final de sus días, Jacob comprendió que "todos sus males" eran en realidad un regalo de Dios. Era Dios el que estaba detrás de los acontecimientos, incluso de la venta de su hijo favorito, quién permitió que Labán fuera su jefe, que no tuviera solamente a Raquel por esposa, que perdiera una hija en Siquem, que su hijo mayor se acostara con su concubina, etc. Porque detrás de toda esta adversidad Dios estaba moldeando a su siervo y atrayéndole hacia Él (Fil 3:8-10). Este Dios del pacto, este pastor, este ángel bendecirá a los hijos de José de una manera especial, en ellas el nombre de Jacob vivirá.
La soberanía de Dios
La segunda enseñanza tiene que ver con una verdad divina que también aprendió Jacob en su vejez. La elección de Dios es soberana y no está relacionada con ninguna cualidad del elegido. Seguramente José reaccionó cuando su padre cruzó las manos sobre sus nietos y elevó al menor sobre el mayor, pero más se habrá sorprendido cuando su padre le confirmó que ese no era un acto equivocado ni arbitrario, era el símbolo de la elección divina. Dios no sigue las convenciones humanas en su elección y esto es algo que sucedió muchas veces en el libro del Génesis: Set fue elegido por sobre Caín, Sem sobre Jafet, Isaac sobre Ismael, Jacob sobre Esaú. Dios escogió a Lea sobre Raquel y a Judá sobre José para continuar la simiente a pesar del deseo de Jacob o de la fidelidad de José y en su último acto Jacob reconoció la elección soberana. Dios no es arbitrario, pero al ser soberano no debe dar explicación por su decisión (Ro 9).
Conclusiones
• Cuando vemos nuestro derrotero con la luz de Dios, nuestra vida y la de Jacob ya no es una larga secuencia de dolores sino una serie de acontecimientos en el plan soberano de Dios para lograr Sus propósitos. Sólo entonces, el dolor y el sufrimiento no son necesariamente nuestros enemigos. Jacob había buscado la paz y la prosperidad como metas más elevadas; había preferido la felicidad a la santidad y el placer a la pureza. Pero ahora entendía que los sufrimientos y las pruebas fueron los
instrumentos del Señor para que alcanzara la madurez espiritual y la comunión personal.
• También aprendió la doctrina de la elección. Dios no lo había escogido porque tuviera mayor potencial para Sus propósitos sino para que descansara totalmente en Su bondad y en Su fortaleza. Cuando comprendió esta verdad, el corazón de Jacob se llenó de humildad y adoración.
• Posiblemente nuestra vida será más feliz si llegamos a descubrir lo que descubrió Jacob, pero mucho antes que él. Sería bueno imitar a José, que vio la mano de Dios en medio de las tribulaciones y entonces las palabras de Santiago: 1:2-4 serán una realidad en nuestra vida. También 1ª Co 1:17,26-29.
• Dios llamó a Jacob Israel, y el nombre de José no se perpetuó en ninguna tribu. Judá es el antepasado de Jesús a pesar de algunos actos bastantes reprochables en su vida. Leví, el aguerrido y vengativo hijo dio lugar al sacerdocio de Israel. Esta es apenas una muestra de la elección divina.
• Cuando meditemos en este pasaje, deberemos tener en cuenta dos porciones para actuar con sabiduría y sensatez ante Dios. Salmo 90:12 y 1ª Co 4:7-11.
• Génesis le dedica la mitad de sus capítulos a la vida de Jacob (desde capítulo 25 al 50) y sin embargo la galería de héroes de la fe le dedica 1 versículo a Jacob en Hebreos 11:21, el cenit de la fe en la vida de este patriarca se manifiesta en las palabras y acciones del capítulo 48.
Para reflexión
1. ¿Qué crees que sucedió en la mente de Jacob entre sus palabras de 47:9 y 48:15-16? ¿Cómo habrá influido el hecho de haberse reencontrado con su hijo José?
2. ¿Qué incrementó su deseo de hacer descansar sus huesos nuevamente en Canaán? Busca en la Biblia el pasaje que demuestre que José hizo cumplir su juramento
3. ¿Quién recibió según el deseo de Jacob los derechos de la primogenitura? ¿Qué elección prevaleció (la de Dios o la de Jacob)? Explica tu respuesta.
4. En su bendición Jacob habla de tres aspectos en la fidelidad de Dios para con él. Detalla cuáles eran y considera si se repiten en tu vida
5. La doctrina de la elección implica que Dios tomó a ciertas personas para que fueran canales de Su gloria sin que haya merecimiento alguno en ellas. Según la Biblia, este acto es eterno e incluye a todos los creyentes. Busca el o los pasajes del Nuevo Testamento que así lo enseñen.