Una lección que nos ayuda a conocer el carácter de Dios y el valor de la vida humana.
¿Por qué Dios no destruyó completamente a la raza con el diluvio?
¿Qué marcan los juicios divinos según la Biblia?
¿Qué muestra Dios de sí mismo en cada juicio?
¿Y en cada pacto con los hombres?
¿Quién ostenta la mayor dignidad entre los seres vivos del planeta?
¿Qué límites ha previsto Dios para que la sociedad no se autodestruya?
¿Tenía razón Platón cuando escribió que la educación impartida por un Estado ideal puede liberar a la raza humana?
¿Qué rol debe ejercer la familia nuclear según la Biblia?
UN NUEVO ORDEN MUNDIAL
Génesis 9:9-17
No todo está perdido
¿Por qué Dios no acabó con la humanidad en el diluvio universal? Porque Él es fiel y ha hecho una promesa en los juicios de Edén: de la simiente de Eva nacerá un redentor quién, por su vida y su muerte, ofrecerá a la raza el único medio posible para obtener nuevamente vida espiritual.
También esa simiente será quién acabe con la soberbia y rebelión de aquel que atrajo a toda la descendencia de Adán hacia la muerte espiritual.
La gran familia
Desde sus primeras páginas, la Biblia nos insinúa que lo único que puede hacer una persona para alcanzar una nueva relación personal con Dios es creer que Él tiene un plan preestablecido para lograrlo y que lo ha puesto en marcha desde Edén.
Cada hombre y mujer que a lo largo de la Biblia comprenden el carácter misericordioso de Dios y aprenden a confiar en sus promesas, pasan a formar la gran familia de la fe.
Nueva promesa y oportunidad
Al salir del arca Noé y su familia, Dios estableció con ellos un pacto por el cual prometió no volver a destruir la tierra con agua permitiendo la sucesión de estaciones y los ciclos ecológicos que sustentan desde entonces a todo ser vivo en cada ecosistema de nuestro planeta.
Tras el diluvio y este pacto sellado con el arco iris, Dios inició un nuevo orden mundial.
Nuevos límites
Aunque siga siendo el ser más digno de la creación y pueda seguir sojuzgándola, cada persona responderá bajo pena de castigo por toda vida humana que matare. Esta ordenanza divina marca el inicio de la autoridad civil, destinada a proteger a la sociedad de agresores violentos (ver Gn. 9:5-6).
Períodos bíblicos y conducta humana
Es evidente al lector de la Biblia, que la forma en que se relaciona Dios con los hombres ha cambiado significativamente desde el inicio de la creación. Esto no ha sucedido porque Dios haya alterado su carácter sino porque el hombre ha violado sistemáticamente las reglas establecidas. Veamos:
Primera etapa
Adán y Eva al principio mantenían una comunicación fluida y directa, respondiendo a las instrucciones impartidas por el Señor. Eran libres para ejercer mayordomía sobre la tierra gracias a su inteligencia, pero no eran autónomos de la voluntad de Dios que los colocó en ese rol. Entonces no habían sido instruidos acerca de la existencia del mal ni lo habían experimentado en sus vidas.
Segunda etapa
Cuando fueron incitados a desobedecer, cayeron de su condición original perdiendo la comunión perfecta con Dios (murieron espiritualmente); sin embargo, recibieron juicio junto con la promesa de una futura redención.
Desde entonces los hombres pueden agradar al Señor reconociendo su tendencia a pecar o desagradarle ignorando o desafiando abiertamente su voluntad revelada. La conciencia individual es el censor que Dios ha provisto para valorar cada acto humano. La sociedad prediluviana se degradó llegando a un nivel de impiedad e injusticia intolerable para el Dios Santo.
Tercera etapa
Ahora tras el diluvio, Dios inaugura un nuevo período que está marcado por un pacto. Aunque no todos los pactos bíblicos inauguran un período, muchos de ellos marcan una nueva etapa en la que Dios decide, según lo que ha revelado de su carácter hasta ese momento, probar al corazón humano. Con este nuevo período inicia la etapa del gobierno humano; ya no sólo la conciencia personal, sino las leyes civiles impondrán límites a las acciones que corrompen masivamente a la sociedad.
¿Cómo es Dios?
En los juicios de Edén y en el juicio del diluvio Dios demostró su justicia y santidad castigando el pecado, pero también su misericordia y fidelidad resguardando un remanente para proseguir con su plan redentor.
Algo en común
A modo didáctico mencionamos que cada período bíblico demuestra ciertas secuencias comunes:
1) Dios establece una disposición y reglas para el hombre y la sociedad,
2) hay una clara distinción entre quienes son sensibles y obedecen sus preceptos de aquellos que los desobedecen por ignorancia o rebeldía,
3) la distinción entre piadosos e impíos tiende a deteriorarse hasta hacerse casi indistinguible,
4) Dios decide poner fin y purgar la maldad con un juicio en el cual también hace evidente su misericordia rescatando del mismo al remanente fiel.
Los descendientes de Noé 9:18-29
Aquí los tres hijos de Noé son presentados como cabezas de los diversos pueblos que se extendieron por toda la tierra, pero antes de mencionar los mismos, la Biblia relata un episodio que involucra la intimidad de Noé con sus hijos.
Un drama familiar
Aunque resulte extraño y ponga de manifiesto un episodio turbio de la familia que constituyó el remanente, creemos que Dios decidió su registro con propósitos didácticos y proféticos.
Noé no fue sacado del mundo como su antepasado Enoc, sino que volvió a sus quehaceres y ocupación previa a la construcción del arca. Ya no vería su empresa como una consagración a la obediencia sino como una responsabilidad para con su familia, proveyéndoles de nuevos bienes materiales y alimento.
Como era costumbre de los patriarcas de la antigüedad, posiblemente preparó una fiesta familiar con la intención de bendecir a sus hijos y agradecer al Señor las bondades recibidas por medio del cultivo de la tierra. Dice la Biblia que se emborrachó y, aunque no emite juicio de valor por el acto, sí nos permite considerar que perdió autocontrol quedando dormido desnudo en su tienda. Su hijo Cam se topó con la escena, y fue a contarlo inmediatamente a sus hermanos; el verbo original significa que salió a burlarse en forma despectiva. Muy distinta fue la actitud de sus dos hermanos mayores quienes rápidamente cubrieron a su padre, evitándole así una vergüenza mayor. Fue un ejemplo de caridad para con la falta ajena (Pr. 17:9 y 10:12).
Profecía para Sem, Cam y Jafet
Varios siglos más adelante el patriarca Jacob profetizó antes de morir acerca de la descendencia de sus doce hijos (ver Génesis 49); del mismo modo Noé profetizó sobre la relación de los descendientes de sus hijos y lo hizo tomando en cuenta las actitudes demostradas para con él.
Canaán parece haber imitado la actitud inmoral de su padre, condición que se acrecentará en la forma de vida de los futuros cananeos. Sabemos que el Señor usó a los israelitas que entraron con Josué (pueblo semita) como instrumentos de la ira de Jehová contra un pueblo idólatra y perverso (ver Nm. 33:51-53 y Dt. 7:1-7).
Noé bendice al Dios de Sem, de cuyos descendientes nacerá la simiente prometida; será un semita llamado Abraham, el padre de la fe y de todos los hombres que descansaron en la promesa de Dios. Por esto el mismo Dios de Sem, será el Dios de “todos ellos” (ver He. 11:13-16).
Dios engrandeció a Jafet y su descendencia. La Biblia nos relata que éstos fueron los pueblos que dominaron años después al pueblo israelita (griegos y romanos); pero la mayor bendición de aquellos pueblos consistirá en ser llamados a la fe de Jesucristo e incluidos en la familia de la iglesia por medio del evangelio.
Conclusión
Los pactos de Dios son siempre su iniciativa, detrás de ellos se vislumbra la misericordia divina.
La santidad divina no puede tolerar el pecado y la criatura más preciosa en la tierra, el hombre, ha degradado la imagen divina volcándose en el más profundo de los abismos. A pesar de la rebeldía humana, la gracia soberana de Dios permitirá a través de los siglos que un Salvador llegue al mundo para cumplir su justicia y rescatar a todo aquel que le busque de corazón.
Noé y su familia repoblarán la tierra recientemente renovada, pero cada uno deberá responder en fe al Señor y actuar con misericordia hacia los demás. Aquí vemos resumida la máxima bíblica: Ama al Señor con toda tu integridad y a tu prójimo como a ti mismo.
La historia bíblica describe períodos que demarcan la relación de Dios con el hombre que puede obedecerle o rebelarse. Cada período demuestra la dureza del corazón humano, la gracia de Dios para el remanente sensible y finaliza con un juicio sobre los rebeldes.
Aunque seamos objeto del amor de Dios, nuestro ser interior sigue siendo pecador y tiene caídas como la de Noé o su hijo Cam; por ello debemos acudir una y otra vez en humildad para ser restaurados en la gracia abundante que todavía se revela en paciencia divina y oportunidad de perdón.
ACTIVIDAD PRINCIPAL
1-Según el estudio, Dios inicia y concluye los períodos en la historia. ¿Cuál fue el juicio que marcó el inicio de esta nueva etapa? ¿Cuál es la señal del pacto que estableció Dios con Noé?
2-Hasta ahora hemos visto 3 etapas en la vida humana separadas por distintos eventos. ¿Puedes mencionar qué etapas son y qué eventos marcan el paso de una a otra?
3- ¿Puedes mencionar cuál fue la diferencia entre la actitud de Cam y sus hermanos frente a la debilidad de su padre? ¿Crees que un padre influencia a sus hijos con sus valores y defectos?¿Puedes hacer una aplicación a la vida cristiana?
4- Según el capítulo 10 ¿Quién inició el reinado en Babel? ¿De quién era descendiente?
ACTIVIDAD SECUNDARIA
¿Cómo debe considerar un cristiano su conducta: en base a la ley moral que halla en la Biblia o de acuerdo con los criterios de la ley civil vigente?
¿Qué posición debe tomar frente a la legalización de aborto voluntario? ¿Y frente a la eutanasia?
¿Cómo se relacionan los derechos humanos con la soberanía de Dios sobre la vida humana?
¿Delega el Señor autoridad para ejecutar penas sobre los agresores a las autoridades civiles? ¿Cuál es el límite de esa autoridad?
¿Tiene la familia nuclear un rol particular con cada niño que nace en una determinada sociedad? ¿Qué puedes decir acerca de la autoridad paterna y materna según la Biblia? Lee especialmente Proverbios.
¿Apoya la Biblia la idea de una sociedad sin familia nuclear y con un estado a cargo de impartir todas las normas morales y civiles?
El pecado y sus consecuencias
Todos los hombres ofendemos el carácter santo de Dios desde que tenemos conciencia del bien y el mal.
Sea una mentira hasta un asesinato, cualquier pecado nos separa de la comunión divina.
Es la experiencia de todo creyente en Cristo que recibe nueva vida y comunión con Dios, que el pecado sigue manifestándose continuamente; aunque nuestra nueva naturaleza espiritual reconozca y advierta su influencia en nuestros pensamientos y acciones, muchas veces volvemos a cometer aquello que Dios nos ha declarado contrario a Su voluntad y que encontramos resumido en los “diez mandamientos”.
Este censor que recibe el creyente es el mismo Espíritu Santo en la vida interior y le lleva a solicitar diariamente al Padre el perdón en los méritos de nuestro Señor. Aquel que somete su naturaleza pecadora a la obra del Espíritu podrá decir junto con el apóstol: “mas ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi”.
El hombre incrédulo, sin conocimiento ni temor de Dios para reconocer su continuo pecar sólo podrá apelar a la “ley natural” que es la conciencia personal del bien y del mal. Más allá de su conciencia, deberá aceptar los límites que las autoridades filiales y estatales le impongan, bajo penas de sanción.
La Biblia hace responsables en primer lugar a los padres de instruir a los hijos en el temor a Dios y a marcar la responsabilidad por los actos que puedan dañar a ellos mismos y a terceros (ver Dt.6:2-7; Pr. 1:8-16).
Adelantamos que el temor a Dios nos previene de cometer muchos delitos, de entre ellos los que arriesgan la vida humana. La Biblia enseña que Dios estableció también el “gobierno humano” que se entiende como la autoridad de los hombres para imponer, entre otras cosas, orden en la sociedad (ver 1ª Co 4:3 donde Pablo lo llama tribunal humano).
Todo lo que viola la voluntad de Dios es pecado. El pecado siempre trae consecuencias para la vida personal y ofende primeramente la justicia de Dios, pero también afecta la vida relacional de las personas, sea del entorno íntimo como del social. Por la justicia humana, los hombres nos sometemos a leyes y somos advertidos que su violación atrae la pena correspondiente.
La muerte violenta
A causa de la presencia del pecado en los corazones, la tendencia a pecar sigue siendo una realidad en nuestros días. De todos los pecados, algunos particularmente traen severas consecuencias dentro de la sociedad; uno muy vigente es el asesinato asociado a actos violentos cometidos por agresores que no poseen autocontrol ni respetan la autoridad.
Las penas impuestas por los gobiernos humanos a través de sus jueces y legisladores deberían tener el mismo interés que las de la legislación israelita: producir temor al juicio de Dios en el pueblo, ser disuasivas a la mente criminal y procurar la seguridad y el derecho de toda vida humana.
Claramente la Biblia enseña que no debemos tomar venganza propia por los males que se nos pudieran infringir (Ro 12:19); de manera que los cristianos, como ciudadanos del mundo, apelamos a la decisión de las autoridades humanas y finalmente elevamos a Dios nuestra causa, descansando en su inapelable y justo juicio (2ª Ti 4:6-7).
La Biblia reconoce la aplicación de la pena capital tanto en el gobierno teocrático como en los gobiernos gentiles relacionados con el pueblo escogido y en varios pasajes señala que muchos cristianos fueron y serán sometidos a pena de muerte por causa del testimonio del Evangelio (Mt.24:9).
Nuestro Señor Jesús fue sometido a la pena capital, aunque injustamente culpado, no se rebeló ante la autoridad romana que lo ejecutó.
Más adelante, casi todos los apóstoles del Señor sufrieron el martirio (Jn 16:2,3), al igual que muchos reformadores siglos después; hoy también existen mártires por la fe en Jesucristo y los habrá hasta el regreso glorioso del Señor al mundo.
Respecto de los crímenes cometidos en la sociedad que atentan contra cualquier vida humana, creemos que la Biblia reconoce la vigencia del “gobierno humano” y sus autoridades deberán responder ante Dios en el juicio final por su responsabilidad al administrar justicia.
Finalmente remarcamos que, para Dios la vida de toda persona es eterna (Lc.20:38), cualquiera sea la edad o causa de su muerte física; enseña la Biblia que esta muerte es la separación temporal entre el alma y el cuerpo y que nuestro destino eterno sólo está signado por la decisión que tomemos acerca de la redención que nos ofrece Jesucristo.