Dios nos ama.
No existe una noticia más importante, ni un poder más efectivo para los cambios personales
o sociales, ni una verdad más permanente que esta: Dios nos ama.
En medio de circunstancias tan complejas, con tantas pérdidas y sufrimientos, con tantos
abusos, como los que vivimos en el mundo, nada más esperanzador que la transformadora
relación amorosa con Dios.
El amor, la justicia, la sabiduría, la redención, la santidad, la libertad, de Dios, son un
verdadero cuestionamiento a nuestra forma pecaminosa de vivir, con tanta perversidad,
injusticia, corrupción, violencia, discriminación, privación de la libertad.
La esperanza generada por Jesús no es una ilusión distante, es una realidad en acción por
lo que El mismo hace.
La manera más realista de encarar el presente y el futuro es con la esperanza que viniendo
de Dios cuestiona el presente como incompleto, imperfecto, como esclavizado por el
pecado, pero lo muestra con horizontes abiertos.
La Biblia enseña que Dios “suplirá todo lo que nos falta conforme a sus riquezas en gloria en
Cristo Jesús”. (Filipenses 4: 19).
Alabamos y damos gracias a Dios por su generosidad, por la manera en que nos encuentra,
y da sentido y propósito a la vida.
El trabajo de Dios en y entre nosotros es una convocatoria a nuestra propia respuesta, a
nuestro compromiso, a nuestros cambios.
Es un desafío a mirar nuestra situación como lo hace Dios mismo.
Muchas veces la vida duele y sufre lamentables injusticias que no podemos ni debemos
ignorar ni minimizar. Por eso es necesaria la empatía, la solidaridad, y la búsqueda de la
libertad, y de lo bueno y lo justo en el nombre de Jesús y con sus propios recursos.
Con la fortaleza de Dios es posible mirar las situaciones más complejas sin resentimientos,
sin odios, sin venganzas.
Lo peor que nos puede pasar es no amar, no vivir la justicia del Reino, no luchar por la
libertad que trae Jesús, no vivir la plenitud de vida que produce Jesús.
Sí podemos, en cambio, comprometernos con el trabajo de Dios en el mundo.
Sí podemos ser buenos mayordomos de su creación, y servidores de su justicia dentro de la
sociedad con su gracia y su sabiduría.
Sí podemos conocer la verdad de Jesús, y ser iluminados con su Palabra.
Sí podemos confrontar muchas situaciones polarizantes y divisivas, y en cambio, encontrar
caminos de salud, de inspiración, de empoderamiento. Podemos arrepentirnos y ser
redimidos.
Una manera adecuada de encarar un nuevo año es entrenar nuestros pensamientos,
palabras y acciones, purificándolas con la santidad de Dios y nutriéndolas con su Palabra.
Es formar muestro carácter para que despliegue el fruto que el Espíritu nos proporciona.
Es fortalecer la voluntad, con la sabiduría de Jesús para que podamos decir, como El
mismo dijo, “no lo que yo quiero, sino lo que Tú”.
Es procurar un vivir cotidiano que sea amoroso con el prójimo y que manifieste la compasión
y la justicia del Reino de Dios.
Hay mucho terreno por delante en 2021
Hay una responsabilidad muy grande para asumir
Hay un proyecto que vivir con intensidad
Dios mismo está en misión.
El encuentro con Dios que transforma y moviliza, que propone ver la vida desde otro lado,
con otro vigor, con otra calidad, con otra manera de ser es profundamente alentador.
Tuya es, Señor, “la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor, … Ahora pues,
Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre.” (1 Crónicas 29: 11-13).
En nombre de la Alianza Mundial Bautista y de los Bautistas en 126 países y territorios,
deseamos que en este nuevo año encontremos juntos, el amor, la justicia, la paz, la
redención y la alegría de Jesús.