Desde hace unos días nuevamente se está planteando a la sociedad el tratamiento de una ley de despenalización del aborto. El poder ejecutivo ha anunciado (como lo hizo también el anterior) que enviará antes de fin de año al Congreso el proyecto para ser tratado. Aunque todavía no se encuentra entre los principales temas de discusión, en algunos ámbitos ya se ha empezado con acciones respecto del tema.
Es una realidad que la sociedad plantea y demanda constantemente una posición y acción concreta, ¿qué cosas prácticas deberíamos hacer y bajo qué principios bíblicos deberíamos manejarnos no olvidándonos de la misión que tenemos como iglesia?
Es bueno entender que la demanda de este tipo de iniciativas va más allá de una ley que legalice ciertas acciones. Muchas veces se puede percibir un reclamo de aprobación a decisiones que se han tomado y que producen efectos no deseados en la vida de las personas en lo emocional, físico y espiritual. Las personas sufren por las consecuencias de decisiones que han tomado y reclaman ser justificados.
Frente a estas situaciones, ¿cómo espera el Señor que respondamos? Permítanme compartir algunas acciones prácticas.
La primera es que debemos comunicar la verdad de lo que Dios nos plantea a través de Su palabra y que, como todo lo que proviene de Él, es para que nuestra vida sea buena, y verdaderamente vivible. Pero esa verdad debe ser expresada, como la Biblia nos demanda, en amor. Debemos utilizar los canales y las herramientas que tenemos a mano pero de una manera que llame a la reflexión y a la posibilidad de que las personas entiendan y cambien. Es bueno recordar que en todo esto no está ajena la acción del Señor que, como en nosotros (en nuestros pecados), nos ayudó a entender nuestra realidad. Existen distintas campañas que buscan este objetivo y que llaman a tomar un camino para bien, como la propuesta de “Salvemos las dos vidas”.
Una segunda acción surge de las consecuencias que se producen en las vidas de las personas. Tenemos que estar preparados para actuar con misericordia y saber acompañar a personas que han tomado decisiones (por ejemplo, en realizar un aborto) buscando llevarlas a tener un encuentro con Cristo, el único que puede sanar las heridas de nuestros errores. Esta actitud no significa justificar sino, como lo hizo el Señor, mostrar un camino para una nueva vida. Posiblemente en nuestra iglesia haya hermanas y hermanos que transitaron el camino de estas decisiones, pero que las consecuencias de dolor les hizo buscar ayuda y la encontraron en el infinito amor del Señor que los volvió al camino de la vida.
Una tercera acción es estar preparados para ayudar y acompañar a quienes a tiempo toman la decisión de luchar por las “dos vidas”, mostrando de manera práctica el acompañamiento en un camino con un final bueno pero que, en muchos casos, no deja de ser difícil.
Una cuarta acción. Prevenir en nuestras vidas y familias enseñando las verdades de Dios. Y permítanme decir algo. La Iglesia no puede reemplazar lo que debe ser hecho en el ámbito de la familia. Debemos enseñar a “amar la vida para ver días buenos” como nos exhorta 1 Pedro.
Permítanme compartir una quinta cosa. Una ley no va a cambiar la realidad en la que viven y deciden las personas. Pero si se aprobara, debemos orar para que así no sea y hacer bien lo que está a nuestro alcance. No es una derrota para nosotros, el mensaje de vida sigue intacto y con el poder para pasar de muerte a vida.
Permitamos que el Señor nos guíe y se manifieste a través nuestro.
Que el Señor nos bendiga.
Pastor Carlos Bollatti