El libro de Romanos dice: “¿y cómo oirán sin que se les predique?” preguntándonos: ¿cómo las personas van a tener posibilidad de vivir este tiempo, de encontrar el camino, de conocer a Cristo y tener un encuentro con El si no hay nadie que les hable?
La vida y las circunstancias cambian constantemente; el cambio es una constante de todos los tiempos, no solo del tiempo de pandemia.
Hace unas cuantas décadas lo normal era que cuando los jóvenes se ponían de novios y llegaba el tiempo de pensar en una familia, buscaban una casa o un terreno que generalmente estaba un poco más lejos del centro en donde vivían cada uno con sus padres. El ferrocarril Sarmiento era la vía de comunicación y así se fue extendiendo la ciudad y se fueron formando los barrios y ciudades que hoy se despliegan a lo largos de las distintas estaciones del tren.
Quienes nos precedieron en la Iglesia del Once supieron ver esta realidad y se sintieron motivados por el Señor a utilizar la vía de comunicación que era el tren y fueron a predicar y plantar obras misioneras que luego se fueron transformando en iglesias.
Fueron fieles al mandato del Señor de ir y compartir el mensaje de vida, entendieron su tiempo y las posibilidades y, en función de eso, bajo la dirección del Señor, extendieron su Reino.
La pregunta sigue siendo la misma: ¿cómo van a oír sin que se les predique? La realidad nos presenta que la forma de vida es diferente pero, aunque somos conscientes de eso, la misión que tenemos de compartir el evangelio sigue siendo la misma.
Paradójicamente, el aislamiento nos ha permitido descubrir la posibilidad de estar en contacto con personas de cualquier parte del mundo desde nuestra casa. Las distancias que antes nos limitaban, ya no son problema si tenemos la disposición y la voluntad de tomar contacto por los medios de comunicación que hoy disponemos. En ese sentido, no tenemos excusa para no seguir adelante con la tarea de seguir haciendo discípulos hasta el fin del mundo por los caminos (que son las redes de comunicación) que nos acercan como nunca lo hemos experimentado.
¿A qué viene todo esto? Con los hermanos de Evangelismo y Misiones estamos orando y trabajando en la preparación de un programa de Grupos Pequeños utilizando las plataformas que son tan comunes hoy y que nos permiten juntarnos semanalmente con algunos hermanos y especialmente con gente que no conoce a Cristo para compartir el mensaje del evangelio.
En forma concreta les pedimos que oren para que podamos llevar adelante este programa. Oremos para que, de entre nosotros, surjan hermanos dispuestos a formar grupos junto a otros hermanos y especialmente (esto es imprescindible) con personas que no son de Cristo. Oremos por esas personas que tenemos en el corazón y que quisiéramos que conozcan al Señor y estemos dispuestos a invitarlos a participar.
No tenemos excusas delante del Señor. El nos da todas las posibilidades, depende de una decisión nuestra.
Que el Señor nos bendiga.
Pastor Carlos Bollatti